Nació en Córdoba en
1969. En poesía, publicó El bizantino (1994), Tres poemas dramáticos (1995),
Sagitario (1998), Canéforas (2000), El país de las larvas (2001), Hilos (2002),
El paseo (2003), Poemas sentimentales (2005), Excursiones (2006), El descuido
(2007), La división del día. Poemas 1992-2000 (2008), La chica del volcán
(2010), La canción de los héroes (2012) y Avenida de Mayo (2012). En ensayo,
los libros Koré (2000), El cuenco de plata (2003), El presente (2008),
Bataille. Una introducción (2011) y Camino de agua (2013).Tradujo a Henri
Michaux, Francis Ponge, Catulo, Marguerite Duras, Diderot, Mario Luzi, Georges
Bataille, Cesare Pavese, Pascal Quignard, Louis-René des Forêts, Yves Bonnefoy
y Robert Marteau, entre otros.
…Del libro La canción
de los héroes (2012)
Heroísmo
Leí que el heroísmo es
una opción
sólo para quien lucha
en desventaja.
¿Será por eso que en
algún momento
decisivo quisiéramos
mirar
hacia atrás, hacia la
altura de una muralla
de donde nos rogaron
no salir?
Sabemos que no hay
nadie, y además
¿cómo ver el peligro
que se arroja
enfrente de nosotros?
Aquel día,
con pocas horas de
sueño en la mañana infame
de la clínica pulcra,
había pasado
una semana de
crueldades infundadas
sobre tu cuerpo de dos
meses, iban
a hacerte una pequeña
operación
con anestesia e
impunemente usaban
la lengua griega: una
biopsia hepática.
Aterrado, impertérrito,
yo había
mantenido mi apático
optimismo:
las desgracias son
raras y a mí
no me hacen falta.
Bastantes temas
hay ya en haber
nacido, en los niños,
la vejez y la muerte.
Pero caminé
repitiendo canciones
que el azar
ponía en mi cabeza, y
en la barra
del café hospitalario,
justo antes
de que entraras,
Galileo, dormido
al quirófano, sentí
que me llegaba
el llanto. “¡Andrómaca
–me dije–,
no me dejés salir a la
llanura!”
Y pensé en Baudelaire,
el pusilánime,
que nunca tuvo hijos.
Aunque enseguida
corrí a esperarte y
enfrenté la tortura
porque si había un
héroe en este mundo
ése eras vos, en plena
desventaja,
sin palabras, luchando
con bracitos
minúsculos contra la
invasión médica.
Ahora creciste,
ganaste peso, sonreís
a cada rato. Cada
mañana pido
al vacío que combina
esto que hay
una pequeña Troya de
cien años
para que vivas hasta
ser un viejito
sabio y desmemoriado.
No escuchemos
el murmullo lejano de
los griegos.
No existen, y sí,
nosotros nos movemos.