Alcira Icasate
En la ranura sigilosa del nunca
Vi a mi abuela echada a esperar.
En esa memoria habito ahora,
Como si de estatuilla me reintegrara al recuerdo
En la maqueta de mi esperanza.
Estábamos sonriendo en la mesa
Y un pan se rompía feliz.
Las caras se enternecían y se dislocaban
En el intento de gestualizar todo lo que le estábamos robando a los
días.
Me doy cuenta que la fe es una marcha ciega,
Que la abuela murió en el hospital
Y que no hubo pan que no estalle en la boca desde entonces.
Que esa noche hablábamos de volver a las cenas
Y con la mirada prometimos recuperar todo el tiempo
Y ella asintió.
Mentíamos.
Nos traicionábamos
Como se traiciona lo que verdaderamente se ama.